El Dr. Jacinto Convit nació en Caracas, Venezuela, el 11 de septiembre de 1913.
Es el segundo de cinco hermanos. Estuvo casado con Rafaela Marotta D’Onofrio, con quien cultivó más de 60 años de amorosa convivencia. Padre de cuatro hijos: Francisco, Oscar, Antonio y Rafael, los dos últimos, destacados profesionales de la Medicina, con un desarrollo profesional en los Estados Unidos: médico psiquiatra y profesor en La NYU Langone Medical Center y cirujano plástico en Washington Hospital Center, respectivamente. Oscar falleció en un lamentable accidente y Francisco el mayor, se desempeña en el área agropecuaria.
Cursó estudios en el Colegio San Pablo, llevado de la mano de las hermanas y hermanos Martínez Centeno, insignes educadores y en el Liceo Andrés Bello, bajo la dirección del Profesor Don Rómulo Gallegos y luego del Profesor Don Pedro Arnal. En el año 1938, recibió el grado de Doctor en Ciencias Médicas, en la Universidad Central de Venezuela.
Desde muy temprano en su carrera profesional se dedicó a la investigación, docencia y asistencia en el área de la Dermatología, especialmente en la enfermedad de Hansen (lepra), en la cual hizo destacados aportes. Posteriormente, hace importantes desarrollos en Leishmaniasis, Oncocercosis y Micosis Profundas, entre otras áreas de su interés.
Desde su incorporación al leprocomio de Cabo Blanco, lugar donde aislaban a los afectados por la lepra, trabaja con tesón en la evaluación de la eficacia terapéutica de la sulfona y sus derivados, En relación a la terapéutica de la Lepra, desarrolla una actividad evidente junto con un grupo de estudiantes de medicina y algunos profesionales: un clínico y un farmacéutico, ambos de origen polaco. Más adelante, junto a investigadores internacionales, sientan las bases para la posterior poliquimioterapia aplicada por la OMS como tratamiento convencional para la lepra.
Para el diagnóstico de la Lepra, sus investigaciones condujeron al desarrollo de un test de 48 horas de tipo tuberculínico, utilizando este mecanismo para determinar los aspectos de inmuno-epidemiología de la enfermedad, lo cual permitió detectar la población susceptible en los focos domiciliares de lepra o en las áreas endémicas.
Colaboró en numerosos trabajos que enfocan los aspectos bioquímicos y microbiológicos de la lepra y en este último campo, presenta un método original de diferenciación entre el M. leprae y las otras micobacterias.
Dio con importantes hallazgos, tanto en el país en su conjunto como en focos hiperendémicos, como el de la Colonia Tovar, lo cual formó una parte destacada en su carrera en salud pública.
Entre sus logros se destacan el desarrollo práctico de la vacuna para Inmunoterapia e Inmunoprofilaxis de la Lepra, vale decir, para la cura de los afectados, potenciando su sistema inmunitario y para el control de la proliferación de la enfermedad.
Posteriormente, realiza desarrollos es la misma línea, con el abordaje de la Leishmaniasis.
Sus esfuerzos, en el caso de las enfermedades infecciosas y parasitarias, ha contribuido a importantes avances: en Leishmaniasis, Lepra, Oncocercosis, y algunas Micosis.
En el caso de la Leishmaniasis Cutánea Americana, demuestra que en el polo maligno de la enfermedad, la Leishmaniasis Cutánea Difusa, actúa un defecto inmunológico del huésped, más que las presumidas adaptaciones, variaciones o mutaciones de dicho parásito, sin negar la existencia de cepas, y otros aspectos inherentes al parásito. El desarrollo del concepto de defecto inmunológico para la Leishmaniasis Cutánea Americana por parte del huésped, sugiere caminos para la búsqueda de procedimientos preventivos contra la enfermedad y abre ventanas de comprensión en la práctica docente sobre las enfermedades parasitarias. El Dr. Convit Insiste en la valoración del contexto del paciente afectado, señalando en organismos internacionales, que, más que enfermedades olvidadas, se trata de enfermedades de pueblos olvidados, con un complejo componentes de variables que hay que atender. Apunta así, a una perspectiva sistémica del eje salud-enfermedad.
Adicionalmente, investiga la importancia de la Inmunofluorescencia como test diagnóstico en el estudio inmunoepidemiológico y determina un nuevo organelo en el parásito leishmánico por microscopía electrónica.
Resulta muy significativo y aleccionador el hecho de que en todo su desarrollo como científico, ha trabajado en base a un equipo de investigadores, muchas veces con grupos multidisciplinarios.
Además de sus investigaciones en enfermedades infecciosas y parasitarias, Convit ha venido desarrollando en los últimos años, investigaciones en el establecimiento de procedimientos de inmunoterapia en la patología del Cáncer, de los cuales ha señalado que existen resultados alentadores que esperan por su publicación.
Inicia su carrera docente colaborando, en 1940, con la Cátedra de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, enseñando a los estudiantes de Medicina los aspectos clínicos y de diagnóstico de la lepra, en la Leprosería de Cabo Blanco, lugar que dirigió entre 1941 y 1944 y en donde venía siendo médico residente, desde su titulación, en 1938.
En 1944, concursa y logra el cargo de Médico Dermatólogo, en el Hospital Vargas de Caracas. Viaja a formarse en algunas especializaciones en los Estado Unidos, en plena Guerra Mundial, en 1944. A su regreso al país, a fines de 1945, luego de este episodio de la historia, tras realizar estudios sobre Piel y Cáncer en la Universidad de Columbia y de Bioepidemiología y Estadística en la Universidad de New Orleans, así como realizar observaciones en los servicios antileprosos de Brasil, como parte de esos estudios, es nombrado Director de las Leproserías Nacionales y al año siguiente, cuando ya asomaba la posibilidad de la asistencia ambulatoria, le encargan los Servicios Antileprosos Nacionales, simultáneamente es nombrado Jefe del Departamento de Dermatología Sanitaria del Ministerio de Sanidad, Ministerio que apenas tenía 10 años de creado.
Ingresa en la Cátedra de Dermatología del Hospital Vargas, donde la UCV desarrollaba la formación médica en estos aspectos, siendo nombrado Instructor y Director del Laboratorio de dicha Cátedra, cargo que desempeña hasta 1950, fecha en que es nombrado Jefe de Clínica Dermatológica. El Profesor Martín Vegas, quien sembró en él inquietudes de dedicación a la atención del paciente leproso, en su tiempo de estudiante, es el Jefe de la Cátedra en esa oportunidad. Progresa diligentemente en el escalafón universitario: en 1958, es Profesor Titular.
Para esa fecha, permanece en el Hospital Vargas, al frente de la Jefatura de Servicio. Ya como Profesor Asociado, venía encargándose de coordinar las actividades dermatológicas asistenciales, docentes y de investigación de la UCV.
La Cátedra de Clínica Dermatológica que funcionaba en el Hospital Vargas fue trasladada al Hospital Clínico, tras el estreno del campus universitario, mas con el grupo dermatológico del Hospital, hace presión junto a otro grupo de profesores y logra calar la idea de la existencia de dos Escuelas de Medicina de la UCV. Este equipo se propone estructurar un Servicio de Dermatología con una actividad manifiesta en el campo asistencial, docente y de investigación científica.
La estructuración de un Servicio de Dermatología dinámico y con una orientación fuerte a la investigación, fue logrado en un período de varios años, para lo cual se reestructuraron los laboratorios de Microbiología y Micología, y se crearon tres nuevos laboratorios: Bioquímica, Microbiología e Histo y Citoquímica. En 1965, el Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela, designa al Servicio de Dermatología como Centro de Investigaciones Dermatológicas y en 1967, es creada la Cátedra de Clínica Dermatológica en la Escuela de Medicina José María Vargas.
En 1964, se inicia el primer Curso de Post-grado en Clínica Dermatológica y en 1965 el Curso de Post-grado en Microbiología Médica, a nivel de la Facultad de Ciencias, el cual posteriormente se traslada a la Facultad de Medicina. En el año 1976, se creó el Curso de Post-grado de Dermopatología y en el 2000, la Maestría en Epidemiología de Enfermedades Endémicas. Convit tiene participación en esos desarrollos, lo que da lugar, en 1972, desde el empuje que brinda la Universidad, a la creación del Instituto Nacional de Dermatología por parte del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, en acuerdo con la UCV. Allí se reúnen, bajo el mismo techo, el Departamento de Dermatología Sanitaria del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, la Cátedra de Clínica Dermatológica y el Servicio de Dermatología del Hospital Vargas, este último en sus actividades de Consulta Externa y de Laboratorio, (involucrando así también, de esta manera, a la Junta de Beneficencia Pública del Distrito Federal).
Este centro es designado en 1973, como Centro Panamericano para Investigación y Adiestramiento en Lepra y Enfermedades Tropicales por el MSAS y la OMS/OPS, que dirige el Dr. Convit.
Desde su visión, el Instituto es organizado como un centro de investigación científica multidisciplinario, dedicado fundamentalmente al estudio de las enfermedades tropicales.
Para 1976, el Instituto Nacional de Dermatología integra una intensa actividad de investigación (27 Secciones), Docencia a nivel de Pre-grado y Post-grado, Curso Medio de Salud Pública (mención Dermatología Sanitaria), cooperación en otros cursos con la Escuela de Salud Pública y una serie de actividades internacionales que abarcan programas de formación de personal en el área de Administración de Programas de Lepra, formación de Laboratorio, Rehabilitación, actividades de campo y entrenamiento entomológico.
Al ampliar sus áreas de interés, se extienden los campos de investigación, especialmente en las áreas de Genética, Microscopía Electrónica, Bioquímica, Inmunología Parasitaria. Esto da lugar, en 1984, a lograr el status de Instituto de Biomedicina. Todo este desarrollo va comandado y tutelado por el empeño del Dr. Jacinto Convit.
Tras sus frecuentes visitas en los últimos años de su formación como médico, a Cabo Blanco, en 1938, ingresa como Residente de esta Leprosería. En esta institución hasta el año 1942, .estudia los aspectos clínicos y de laboratorio de la lepra, bajo la dirección del Profesor Carlos Gil Yépez, – dos años mayor que él- para ese entonces Director de la institución.
El Dr. Convit, además de los trabajos realizados en la Leprosería de Cabo Blanco en el estudio de los aspectos clínicos de la Lepra, organiza el Dispensario Central para su atención, en Caracas, donde acuden todos los enfermos dados de alta del leprocomio, así como los casos diagnosticados por los Servicios de Dermatología de la ciudad.
Entre las actividades del Sanatorio de Cabo Blanco, las del Dispensario Central y la asistencia al Servicio de Dermatología de la Casa Nacional de Beneficencia y del Hospital Vargas -bajo la dirección del Profesor Martín Vegas-, continúa su actividad profesional hasta mediados de 1944. También se desarrolla, ad honorem, como médico de la Cruz Roja, seccional La Guaira, en el entonces departamento Vargas, localidad en donde se encontraba el leprocomio.
A fines de 1945, luego de especializarse en los EEUU; que implicó que conociese los servicios antileprosos de Brasil, es nombrado Médico Director de las Leproserías Nacionales y posteriormente Médico Jefe de los Servicios Antileprosos Nacionales.
En 1947, después de presentar el desarrollo que logra en esta instancia, lleva a considerar su plan de lucha antileprosa nacional, ante la Comisión Médico-Asistencial del antiguo Ministerio de Sanidad y Asistencia Social y es nombrado Médico Jefe de la División de Lepra, instancia cuyo status cambia a Departamento de Dermatología Sanitaria y se transformaría luego en el Instituto Nacional de Dermatología, Instituto de Biomedicina y finalmente, en el Servicio Autónomo Instituto de Biomedicina, compartiendo alianzas con la UCV.
Jacinto Convit organiza la lucha antileprosa nacional con la formación del personal y estructuración de los Servicios de Dermatología Sanitaria estadales. Fue de esta forma como se logra conocer la magnitud del problema de lepra en el país después de examinar a millones de habitantes, de poner bajo control unos 30.000 contactos y de descubrir unos 17.000 enfermos, procediéndose a su tratamiento y control ambulatorio, cambiando la orientación de la lucha antileprosa de manera total, sustituyendo el aislamiento compulsorio del enfermo por su tratamiento ambulatorio así como el control y protección de sus contactos. Esta modificación radical de orientación en la lucha antileprosa, atrajo los ojos del mundo e hizo de Venezuela un centro de entrenamiento internacional para administradores de programas de control de lepra.
En la antigua División de Dermatología Sanitaria, se estructuraron los primeros laboratorios de investigación en el campo de la Microbiología e Inmunología de la Lepra.
Teniendo en cuenta la relativa protección contra la lepra que confiere la vacuna BCG, la organización creada toma bajo su responsabilidad la casi totalidad del programa de vacunación BCG en el país y es de esa manera como se vacuna en un período de varios años a cerca de 8.000.000 de personas como actividad preventiva antileprosa y antituberculosa.
A manera de ejemplo del éxito de estas Jornadas, en la pequeña población de descendencia alemana conocida como la Colonia Tovar, se había desarrollado un foco importante: de cada 100 personas de la comunidad, 12 estaban enfermas de lepra. El trabajo basado en los modernos conceptos desarrollados, se aplicó desde 1945 con toda intensidad en esa área y de 20 a 25 años después se logra un control completo de la enfermedad con la casi total desaparición de los casos nuevos, permitiendo transformar a dicha comunidad en un núcleo floreciente con una intensa actividad de turismo interno.
A partir de 1960, se despliega una acción profunda para controlar otra enfermedad, la Oncocercosis, problema de salud pública; ya que es causa habitual de ceguera en los afectados. Esta enfermedad había sido descubierta por investigadores venezolanos algo más de diez años antes. Por el trabajo realizado, empleando una metodología semejante a la del control de lepra, se logra determinar la extensión del problema en el país, que abarca 9 Estados y el Territorio Amazonas y se diagnostican 30.000 enfermos que fueron sometidos a tratamiento y control.
Para 1968 se integra como objetivo del trabajo sanitario las Leishmaniasis, tanto Cutánea como Visceral, estableciéndose un registro nacional de casos y realizándose estudios inmunoepidemiológicos que permiten determinar las zonas endémicas de dichas enfermedades, estableciéndose el tratamiento ambulatorio de enfermos.
A partir de 1970, los Servicios de Dermatología Sanitaria comienza el registro de casos de Micosis, tanto Superficiales como Profundas, así como a la referencia del material con fines diagnósticos.
En el período 1974-1975 Convit fue designado Presidente del Instituto Nacional de Higiene. Es un tiempo de prolífica investigación de la vacuna para la lepra. Una década despuésl, al Instituto de Biomedicina se le añadió, por la inquietud de visión sistémica del Dr. Convit, el desarrollo de una Unidad de Educación Para la Salud, procurando acciones para que las comunidades se percatasen de sus problemas de salud y lograr sus iniciativas y cooperación en las actividades de salud pública.
Ya en la primera década del nuevo milenio, fue creada la Unidad de Documentales Científicos y Educativos, por el interés del Dr Convit en dar a conocer al público general, particularmente a los escolares, actividades de investigación científica y docentes, habiéndose realizado un documental «Ciencia y Arte: la Cruzada que devolvió los Derechos Humanos al Enfermo de Lepra» que narra toda la luvha antileprosa en Venezuela y «Los Secretos del Volcán», como producto de las últimas investigaciones científicas realizadas en Centro América, iniciadas en Costa Rica, y posteriormente extendidas a Nicaragua, Honduras y Guatemala, donde se relacionó el estudio de la influencia de partículas inertes de origen volcánico, con la protección en algunas enfermedades endémicas como la leishmaniasis y la lepra.
Desde 1955 comenzaron a visitar el país leprólogos de diversos lugares del mundo, a fin de observar la metodología de trabajo implementada por el Dr. Convit y su aplicación en el campo. Cabe destacar que Convit ya había logrado convencer al gobierno de la eliminación de los leprocomios, garantizando la cura de los afectados y la reducción del riesgo de contagio y creado una infraestructura nacional de atención ambulatoria, curativa y preventiva.
En 1960, la Organización Mundial de la Salud le encarga al Dr. Convit la ejecución de un programa de evaluación de drogas en el tratamiento de algunas afecciones parasitarias, dirigiendo el Centro Cooperativo de Evaluación de Drogas para el Continente Americano. También es nombrado Miembro del Comité de Expertos de la Organización Mundial de la Salud, contribuyendo a redactar el Informe del Comité de Expertos 1962-1967 y 1972.
La integración posterior en los programas de Leishmaniasis, Oncocercosis y Micosis creó mayor interés de los organismos internacionales por los trabajos que se desarrollaban en Venezuela.
En el Congreso Internacional de Lepra en Londres,ese mismo año, es electo Presidente de la Asociación Internacional de Lepra (ILA) y es reelecto en el Congreso realizado en Bergen, Noruega, en 1973, lo que le permitió sumar 10 años en el cargo, ocupándose simultáneamente de sus trabajos productivos en el país.
En la década del `70, un programa de becarios enviados anualmente por la Organización Mundial de la Salud/Oficina Panamericana de Salud y agencias privadas, permitió recibir un promedio anual de 16 becarios provenientes de diversos países de América, África y Asia.
En 1971, es nombrado por la OMS Director del Centro Cooperativo para Estudio Histológico y Clasificación de la Lepra y en 1976, fue nombrado Director del Centro Panamericano de Investigación y Adiestramiento en Lepra y Enfermedades Tropicales OMS/OPS.
Como consecuencia de las diversas designaciones, ha tomado parte en la organización de Congresos y Seminarios Internacionales.
En el ámbito sudamericano y caribeño, pertenece a 9 sociedades científicas: Sociedad Brasilera de Dermatología y Sifilografía (1949), Sociedad Cubana de Dermatología y Sifilografía (1957), Sociedad Mineira de Leprología (1958), Sociedad Argentina de Leprología, miembro de la Academia de Ciencias de América Latina y de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Santo Domingo (1995); miembro honorario en 3 de ellas: Sociedad de Dermatología y Sifilografía del Uruguay, Montevideo (1958), Sociedad Chilena de Dermatología, Santiago de Chile (1970) y Academia Chilena de Medicina (1986). Es miembro fundador del Colegio Ibero-Latino-Americano de Dermatología.
En otras latitudes, pertenece a 11 Sociedades Científicas: Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene, London (1956), International Association of Allergology (1956), Societas Internationalis Dermatologiae Tropicae (1960), American Dermatological Association (1961), Asociación Internacional de Lepra, Academia Americana de Dermatología, Society for Investigative Dermatology, siendo miembro honorario en 3 de ellas: Sociedad Dermatológica Israélica, (1950), The American Society of Tropical Medicine and Hygiene, Sociedad Franco Venezolana de Ingenieros y Científicos (2008), así como miembro fundador de la Sociedad Internacional de Dermatología Tropical.. Además se desempeñó como presidente editor de la publicación: International Journal of Leprosy Corporation (1969) y del Cuerpo de Editores de la Revista de la Sociedad Internacional de Dermatología Tropical.
Apreciando los reconocimientos internacionales, además de la frecuente mención al Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (1987) y su nominación para el Nobel de Medicina, en 1988, existen importantes reconocimientos, particularmente, de la Organización Mundial de la Salud y su correspondiente Regional, la Organización Panamericana de la Salud, como el Premio «Abraham Horwitz para la Salud Interamericana», por su destacada contribución a la mejora de la Salud en las Américas, el Premio «Alfred Soper», por su significativa contribución a la literatura sobre Salud, en América Latina y el Caribe, la Medalla «Salud para Todos en el Año 2.000», otorgada por la OMS-OPS, en reconocimiento de las contribuciones destacadas a la satisfacción de las aspiraciones de la humanidad enunciados en la metas de Salud para Todos. Y no menos importante el Premio «Héroe de la Salud Pública de las Américas», otorgado por la OPS/ OMS en el marco de su 100° aniversario, en el año 2002.
Igualmente, destaca el Reconocimiento «Caring Physicians of the World», World Medical Association (Médicos del Mundo preocupados por la Salud), conferido por la Federación Mundial de Médicos. Todo ello con su correspondiente proyección a través de los medios de comunicación social, lo cual no hace extraño el hecho de contar en su hoja de honras, además del Premio TWAS Medical Sciences 2006, otorgado por la Academia de Ciencias para el Mundo en Desarrollo, en Trieste, Italia, el reconocimiento popular como uno de los cinco científicos más destacados de Latinoamérica, en sondeo realizado por la agencia noticiosa BBC Mundo, en el año 2009.
Algunos Estados le han destacado en forma ilustre: Premio «México de Ciencia y Tecnología», otorgado por el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, en su primera edición, por su contribución al conocimiento científico universal, Premio «Laudatio Académica», otorgado por la Academia de Ciencias de la República Dominicana. (Ceremonia celebrada el 18 de Diciembre de 1995, donde además, fue declarado «Hijo Meritísimo de la Ciudad de Santo Domingo»), Medalla «Armand Frappier», otorgada por el Instituto Armand Frappier, Canadá, 1979. Y desde tiempos remotos, el hermano Brasil supo ser agradecido reconociéndolo con la Medalha Cultural Gaspar Vianna, instituida en 1961 para celebrar 50 años del descubrimiento de los antimoniales como cura de la Leishmaniasis, conferida por el Ministerio de Salud del Brasil, por su contribución a los estudios sobre los protozoarios causantes de la Leishmaniasis, Sao Paulo, 1962 y también había sido honrado antes, en 1958 con la Medalha de Dermeil da Ordem de Damiao, o Apóstolo dos Leprosos, conferida por la Asociación Brasilera del Amparo de los Leprosos.
En otro orden, merecen ser destacadas la Soberana Orden de Malta, Grado Cabaliere di Grazia Magistrale y el grado de «Oficial en la Orden Nacional de la Legión de Honor» de Francia, otorgada por la Presidencia de la República Francesa.
Centros internacionales que capitalizan el espíritu filantrópico como son el Club de Leones y el Rotary Internacional, le han otorgado importantes distinciones: Condecoración «Federico Hands», otorgada por el Consejo de Gobernadores de la Asociación Internacional de Clubes de Leones del Distrito Múltiple E., en el año 2011 y la Distinción «Donante Mayor» (distinción máxima) del Rotary Internacional, reconocimiento de la Fundación Rotaria del Caribe y de Venezuela (Distritos 4370 y 4380), como Servidor Público, en el año 2010.
También fue seleccionado para dejar un mensaje a los jóvenes, en el libro del Milenio, que recoge opiniones y reflexiones de las personalidades eminentes del mundo de la ciencia, la cultura, el arte, la política y la religión, que han vivido la transición del siglo XX al siglo XXI, actividad organizada por el grupo de internacionalistas de Venezuela, de la Asociación Civil INUSEV, la Fundación Salón 101 y la Embajada de Polonia, en el año 2010.
La vida del Dr. Jacinto Convit, está marcada por maestros a quienes reconoce, en primera instancia a sus padres, a quienes les brinda permanente gratitud en el recuerdo, luego su maestro Rómulo Gallegos, más adelante Martín Vegas y Carlos Gil Yépez, quien probablemente insufla en el esa pasión del humanismo médico. No se cansa Convit de hacer referencia a su condición de servidor público y a enfatizar que este es un acto de amor. Gran inquietud le causa la formación de los estudiantes de medicina en la consideración de estos aspectos.
Otro aspecto de notable presencia en la vida del Dr. Convit es su visión sistémica: no es un parásito o una bacteria lo que estudia, es un ser humano con contexto, a quien trata con todo respeto, con la veneración que pudiera haberlo hecho con el primero. Insiste en la superación de la pobreza para combatir el círculo de la enfermedad, buscando crecimiento con desarrollo humano a través de la educación, que vence la ignorancia y el prejuicio. Concibiendo al desarrollo de los pueblos desde los puntos de vista intelectual, social y económico como la base del desarrollo nacional.
En su humildad, Jacinto Convit da el crédito de la cura de la multitud de personas enfermas de lepra en la Colonia Tovar, allá, por los años `50, a la disposición de los pobladores y asoma la idea de que debería pensarse en la idea de pueblos destacados por sus valores humanos, en este caso la constancia y la esperanza, como dignos patrimonios de la humanidad.
Llevar la cultura científica a los escolares, más específicamente la cultura universitaria, ha sido un deseo vehemente, al igual que contribuir con la mejora de la calidad de vida de pueblos indígenas, particularmente los Waraos del Delta del Orinoco, en el cual se vienen desarrollando desde hace más de una década, en forma activa, algunos proyectos.
El Estado venezolano, en sus más diversas instancias, ha hecho reconocimientos al Dr. Jacinto Convit. La academia, naturalmente, le ha honrado. Uno de los primeros reconocimientos fue el Premio «José Gregorio Hernández» otorgado en 1955, por la Academia Nacional de Medicina, por el trabajo «Tratamiento de la lepra» premio que repite en 1980, por el trabajo «Desarrollo de una vacuna contra la lepra». Le siguieron el Premio Nacional de Investigaciones «José María Vargas», por el trabajo «Leishmaniasis Tegumentaria Difusa», otorgado por el Ministerio de Educación, en 1960; el Premio Martín Vegas, otorgado por la Sociedad Venezolana de Dermatología, Venereología y Leprología, en el mismo año.
Fue Premio Nacional de Ciencia, otorgado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), 1980. Premio Luis Daniel Beauperthuy, otorgado por la Sociedad Venezolana de Microbiología, 1980.
Fue reconocido como Individuo de Número (Sillón No. XXXI) de la Academia Nacional de Medicina, en año1980 y se incorpora en 1990. Doctorados Honoris Causa le han sido conferidos por la Universidad Santa María, 1981; Universidad Experimental Francisco de Miranda, 1982; Universidad Nacional Abierta, 1982. Universidad de Los Andes, 1986. Universidad Centro-Occidental «Lisandro Alvarado», 1992., Universidad Bicentenaria de Aragua, 1993; Universidad de Yacambú, 2011, Universidad Arturo Michelena, 2012, Universidad Nororiental Privada «Gran Mariscal de Ayacucho», 2012, y Universidad Nacional Experimental del Táchira, 2013. Recibió la Orden José María Vargas I Clase (Corbata), y la Orden «27 de Junio», otorgadas por la Universidad Central de Venezuela en 1976; Orden Alejo Zuloaga, I Clase, Universidad de Carabobo, 1992. Más recientemente recibió la Mención Honorífica del Premio a la Investigación Científica Básica «Dr. José María Vargas», de la Facultad de Medicina, UCV, en 2005: el premio «Simón Bolívar», otorgado por la Universidad Simón Bolívar, Caracas, Diciembre 2007 y el reconocimiento de la Asociación Para el Progreso de la Investigación Universitaria de la UCV, en el marco de la entrega del premio «Francisco de Venanzi» en Julio 2011, de la Asociación Venezolana de Psicología Positiva, del grupo de Actualización en Terapia Dermatológica, el Colegio Ibero Latinoamericano de Dermatología, estos últimos en el 2013.
El sector oficial ha sido también sensible a hacer lo justo: Orden del Libertador en el grado de Comendador, abril, 1961; Orden Andrés Bello II Clase (Corbata), conferida por el Presidente de la República de Venezuela, 1966; Orden Andrés Bello I Grado, Otorgada por la Presidencia de la República, 1976; la Orden Francisco de Miranda I Clase, 1980.Orden Dr. Enrique Tejera, otorgado por el Ministerio de S.A.S., 1980; Orden al Mérito en el Trabajo, I. Clase; la Orden del Libertador, grado de «Gran Cordón», otorgado por el Ministerio de Relaciones Interiores, Caracas, 1993; el Galardón «Mensajero por la Paz, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), Caracas, 1999. Recientemente en el 2013, recibió reconocimientos del Ministerio del Poder Popular para la Salud, la Asamblea Nacional y la Federación Venezolana de Maestros.
Caracas, desde la extinta Gobernación y la administración de Distrito capital han expresado, a través de sus diferentes mecanismos, tanto del ejecutivo como del legislativo, honores a Convit, a través del tiempo, siendo emuladas por sus pares del interior de la República: Vargas, Miranda, Carabobo, Anzoátegui, Lara, Aragua, Trujillo. Igual lo han hecho algunas Instituciones castrenses y organismos a los cuales dedico buenos esfuerzos, como la Cruz Roja Venezolana, también han venido desde la Federación Médica Venezolana Colegios Médicos locales, así como de la Escuela de Vecinos de La Pastora.
Resulta obvio que ha sido honrado como padrino de diversas promociones en diversas universidades, algunas con su nombre, La última de ellas, a la cual asistió en señal de gratitud con atentas especialistas, fue la XLVII promoción de médicos especialistas, psicólogos clínicos y IV curso de ampliación «Dr. Jacinto Convit» Hospital Militar: «Dr. Carlos Arvelo», en Dic. 2011. Igualmente, a las I Jornadas Científicas «Dr. Jacinto Convit», como homenaje a su trayectoria científica, organizada por el Instituto de Biomedicina, en Junio de 2012.
Uno de esos últimos reconocimientos recibidos hace una buena síntesis de gratitud: «por ser maestro en el campo de la ciencia, orgullo de la medicina venezolana, por su hermosa carrera en la investigación científica y en la docencia, especialmente por haber demostrado su profundo amor hacia el ser humano.
fuente.http://www.jacintoconvit.com