Pasada la euforia y el show mediático montado por el gobierno del derechista Sebastián Piñera, las injusticias de los mineros chilenos continúa intactas.
La maquinaria de comunicación imperialista se puso a la cabeza del insólito tratamiento mediático de manipulación de un nuevo drama humano, para afianzar la explotación capitalista del pueblo chileno, poniéndolo como ejemplo a seguir de pueblo, resignado ante la “fatalidad natural”, igualando el irresponsable accidente previsible, con los terremotos o tsunamis, recibiendo dádivas y la caridad de un “presidente bueno”. Nada se dijo de las luchas mineras y el drama de la etnia mapuche.
Doble alegría recibí cuando salió el último minero. Al mismo tiempo, y con sentimientos encontrados, recibí por teléfono el siguiente mensaje: “Gracias a Dios salió el último minero… Con esto el Estado y el gobierno chileno, intenta lavarse… La necesidad y el hambre es grande y lleva a estos mineros a trabajar en condiciones inhumanas…! La minería es la primera causa de muerte en Chile…, Javier Castillo, Presidente de la Confederación de Mineros de Chile”. Aparte de la infinidad de chistes y burlas que corrían en las redes de comunicación por el show, se expresaba con crudeza el mundo al derecho, y no al revés.
No olvidemos que si estos mineros salieron a la vida, fue gracias a sus mujeres e hijos que con fortaleza y rabia propia de la indignación, se plantaron con banderas hasta que salieran, vivos o muertos. Fue la presión de ellas y no los “generosos esfuerzos de un gobierno humanista” lo que destapó la “olla podrida”, pues pasados los 17 días, el gobierno y sus instituciones daban por terminada las labores de rescate, intentando lapidar a los mártires trabajadores
Los 33 mineros solo evidencian una parte del drama. Que Chile es uno de los países más avanzados en la región, es un cuento de camino: nada más falso. Es el más desigual sí. Se debió traer de Australia y EE.UU “las maquinarias” (ascensores) para sacar a los mineros, pese a que Chile recibe el 40% de sus ingresos por esa vía y es uno de los más grandes productores de cobre del mundo.
Para las transnacionales es una “verdadera inversión” la minería: solo basta mencionar que en los últimos 5 años las ganancias fueron cerca de 716 mil millones de dólares, sin recibir el Estado compensación alguna.
Ese fue el Estado robusto que dejó la bestia de Pinochet. Acurrucó a los capitales sin rostro, mientras reprimía despiadadamente a su humildes pueblo, para imponer la flexibilidad laboral neoliberal.
Bueno acotar que el Estado chileno no ha ratificado el convenio con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en materia de seguridad y condiciones laborales.
Las condiciones infrahumanas, casi medievales, en las cuales trabajan los mineros en la actualidad, son solo una parte de la bestia capitalista. La semana anterior al rescate había fallecido tapiado un minero muy cerca de San José y a otro debieron amputarle una pierna, quedando sus familias en el desamparo total, pues no hay ley que los proteja.
En tanto los empresarios continúan “ahorrando gastos” en seguridad para obtener mayores ganancias: los más recientes datos señalan que han muerto más de 433 mineros en los últimos años, sin contar los amputados y los muertos por silicosis, “enfermedad pulmonar propia” de mineros.
“Que esto nunca más vuelva a suceder”, fue la respuesta del último de los rescatistas al salir de la mina, ante la palurda pregunta de Piñera sobre lo que pensó cuando lo subían en ascensor.
Simultáneamente al show, el mismo 13 cuando comenzaba el “rrrrrescate”, el Senado chileno aprobaba con 23 votos a favor, uno en contra y 3 abstenciones un proyecto que prorroga la invariabilidad tributaria desde el año 2017 a 2023 de los royaltys a la minería. ¡Qué canallada!
Nunca, salvo en el gobierno del presidente Salvador Allende, se intentó establecer una institucionalidad minera sólida con amplias garantías participativas y laborales de seguridad integral para los mineros. Bajo su mandato se nacionalizó la minería del cobre y carbón en 1971 y el cobro de impuestos.
Luego tanto fue el lacayismo del criminal dictador Pinochet, que devolvió a la Anaconda Cooper Company de la familia Rockefeller y Rothchiel, nada menos que 250 millones de dólares que el gobierno del Presidente Allende se negó a cancelarles al momento de la nacionalización por impuesto a las ganancias excesivas nunca canceladas al Estado chileno, lo que le valió la más furiosa arremetida del imperio dirigidos por la CIA, con el Premio Nobel de la Paz Henry Kissinger a la cabeza, y sus lacayos.
Para una triple alegría con la salida a la vida del último minero, faltó la dignidad del Compañero Presidente Salvador Allende para darle una cachetada a tanto show insolente, ante el drama de la clase trabajadora chilena, con el que se hace un espectáculo para seguir acumulando ganancias, con la expoliación de Nuestra América.
Por Freddy Bernal