Esto es lo que escribe Vladimir Villegas, tal como lo publica El Nacional:
Así comienza la vieja pieza musical que inmortalizó el ya inmortal Cheo Feliciano, denominada “El ratón”, de la cual el popular cantante boricua hizo dos versiones. Una con Joe Cuba y la otra, la que tuvo más repercusión, con la Fania All Stars.
Aunque soy amante de la salsa, no es de esa pieza musical que quiero hablarles, sino del quejido que ya comienza a sentirse en el estado Monagas, donde el gobernador José Gregorio “Gato” Briceño ha hecho públicas sus diferencias con el dirigente pesuvista y ex vicepresidente de la república, Diosdado Cabello, actual vicepresidente del partido rojo rojito para la región oriental.
El Gato Briceño, ex militante de AD y chavista desde poco antes del triunfo del presidente Hugo Chávez en l998, ha sobrevivido a varias trifulcas políticas internas en el antiguo Movimiento Quinta República, frente a adversarios regionales que no le perdonan su pasado adeco. Pero ahora se enfrenta a un hueso duro de roer, no tanto por su peso específico propio, sino por su cercanía al Presidente. Aunque parezca que la estrella de Cabello ha venido declinando, sigue teniendo mucho poder. Es quizás, después de Chávez, la figura más temida en esa organización.
Lo critican en privado aunque luego salgan públicamente a rasgarse las vestiduras por él.
Con todo y ese poder del cual hace gala Cabello, el Gato Briceño decidió romper palito y dijo en voz alta lo que ya todo el mundo sabe. Que le tienen la cama hecha, o al menos eso es lo que quieren, porque ya le tienen sustituto, y puede ser el mismo Diosdado o su hermano José David.
Es poco lo que tal vez pueda hacer Briceño para torcer su suerte, al menos dentro del PSUV, pero puso de manifiesto que el descontento en las filas del partido de gobierno no se agotó con la ida de Henri Flacón, que sigue existiendo inconformidad. No falta mucho para que a Briceño lo acusen de traidor, o incluso para que lo expulsen, a menos que el líder máximo llegue a la conclusión de que el método Cabello, que no es otro sino el de pulverizar a las figuras que le hacen contrapeso, puede acabar por embochincharle el partido y la propia revolución. Pero el Gato no es único que vive ese calvario en el PSUV, aunque ningún otro diera el paso de llamar las cosas por su nombre. En Anzoátegui Tarek William Saab también está probando una medicina similar. Allá también Cabello está operando junto con viejos adversarios internos del poeta para verlo rodar cual melón por barranco. Si Chávez acompaña o no esas acciones destinadas a sacar del camino a estos dos gobernadores, ya pronto se sabrá.
Lo cierto es que más allá de la suerte de Briceño o de Tarek, ese método de darle poder a un dirigente para que ejecutivamente ponga y quite equipos políticos puede costarle caro al Presidente y a su gobierno. Tarek no dice nada públicamente, y tal vez se ha planteado una confrontación con Cabello y sus aliados regionales con una estrategia menos arriesgada que la del Gato, la cual puede ser catalogada de suicida. Pero no es de extrañar que un día de estos decida defenderse públicamente. Entonces allí veremos la pelea del siglo entre la derecha endógena, representada por Diosdado, y la izquierda que siempre fue, representada por Tarek, que es chavista hasta los tuétanos, pero no se traga a dirigentes que gracias al dedo presidencial mandan más que un dinamo.
Aquella consigna según la cual “con Chávez todo, sin Chávez nada” pronto puede transformarse en “con Chávez todo, con Cabello nada”. No hay que ser adivino para intuirlo…
“Mi gato se está quejando…”
Por Vladimir Villegas