El castellano nos ofrece una cantidad fantástica de palabras que brindan la oportunidad de expresar con bastante claridad y detalle todo aquello que deseamos, muchos de esos términos se pierden en un mar de modismos o frases coloquiales poco atractivas.
En esta oportunidad utilizaremos la palabra Autarquía para describir un fenómeno que por desconocimiento se nos viene aplicando en la sociedad venezolana durante años, sin embargo más que su aplicación, constituye una señal de algo mucho más profundo y delicado que sin embargo poco consideramos.
La Autarquía es la manera formal y algo más técnica de mencionar el autoabastecimiento que debe ser capaz de realizar toda sociedad ¿Bueno? ¿Malo? ¿Deseable? ¿Regular? Dependiendo del contexto puede significar lo que cada quien considere justo, sin embargo y a nivel general no parece errónea la idea de que como sociedad seamos capaces de producir buena parte de lo que consumimos, pero ¿Podremos satisfacer el mercado interno en su totalidad? Claramente NO ya que las necesidades son muy variadas e igualmente diversas y por lo tanto se requiere de las negociaciones, tratados, alianzas estratégicas, convenio bilaterales y multilaterales que le permitan a cada nación satisfacer la mayor cantidad de necesidades posibles, siempre dentro del principio de reciprocidad como base del intercambio.
Ahora bien concebir la autarquía como una necesidad prioritaria, de manera repetitiva, sistemática; incluso cuando en algunos casos se transgrede la lógica de pensamiento que soporta al accionar de cualquier sociedad, es clara señal de un problema mayor que debido a su magnitud no es expuesto como tal.
La autarquía concebida de la manera anterior por lo general viene acompañada de otra serie de medidas como por ejemplo el control casi total (mediante intervención estatal) de la economía nacional, inclusión cada vez mayor de la mano de obra femenina dentro del mercado, reducción drástica del consumo privado, medidas para disminuir el consumo energético, y finalmente un cambio nutricional al disminuir el consumo de proteínas y favorecer el de carbohidratos.
Ante lo presentado cabe realizar la siguiente interrogante ¿Le parece conocido lo descrito? Probablemente para quien no vive en Venezuela le sea difícil imaginarlo, pero para quien habita dentro del territorio venezolano puede ser un escenario bastante familiar, común y hasta corriente.
Lo delicado de este panorama es que el mismo constituye lo que se entiende como Economía de Guerra y de lo cual si tiene duda se le extiende la invitación a revisar los antecedentes históricos existentes, donde además cada uno de los componentes tiene una razón de ser, las que no serán explicadas aquí (por ahora) debido a que la idea es colocar en contexto presente una realidad general que se nos ha impuesto, vendido, presentado, o para otros regalado bondadosamente; por quienes han tomado las decisiones en materia política y económica en Venezuela.
Así que cada vez que se le dificulte consumir proteínas, cada vez que se vea obligado a consumir solo lo necesario o lo que se consigue, cada vez que deba consumir menos cantidad de electricidad, cada vez que como madre deba dedicar menos tiempo a sus hijos y su hogar; piense que nada de eso es normal… a menos que su nación ya se encuentre inmersa en una guerra.
Aníbal Araque|@econ_araque|Economista|economia-integral@hotmail.com