La industria es tan floreciente que, según la prensa local, incluso en plena crisis con Turquía una delegación militar turca habría venido secretamente hace unos días a Israel para entrenarse en el pilotaje del Heron, un modelo de drone israelí.
Este avión sin piloto, de 11 metros de largo, es propulsado por un motor de 1.200 CV. Puede volar hasta 52 horas seguidas a 10 km de altitud, transportando una carga útil de 300 kilos. El borde de sus alas, revestido de una placa de titanio, está dotado de un sistema que lo protege de la congelación.
“Ha acumulado decenas de miles de horas de vuelo. Su vocación es: inteligencia, vigilancia, y reconocimiento”, es decir, recoger datos, vigilar el terreno en tiempo real y apoyar a las tropas terrestres, explica el capitán “Gil”, de 30 años, comandante de una escuadrilla “que opera todos los días, las 24 horas”, desde la base aérea de Palmahim, al sur de Tel Aviv.
Totalmente autónomo del despegue al aterrizaje, el Heron mantiene el contacto con una cuartel general móvil gracias a frecuencias de radio. Su cámara de alta resolución permite distinguir en tierra a un sospechoso.
Los drones están también equipados de misiles y pueden disparar sin ser vistos. Su zumbido se ha convertido en habitual en la franja de Gaza.
“Bajo diversas apelaciones, un centenar de Heron han sido vendidos ya en todo el mundo, a países como Francia, Alemania, Australia, Canadá, España o Turquía, y se les encuentra en Afganistán e Irak”, explica Jacques Chemla, ingeniero jefe y “cerebro” de MALAT, el departamento de drones de Industrias Aeronáuticas de Israel (IAI, por sus siglas en inglés).
Para descubrir este lugar sacrosanto de la seguridad israelí, cerca de Tel Aviv, todas las precauciones son pocas. Cámaras, teléfonos celulares o magnetófonos están prohibidos, y un censor vigila lo que se dice.
“Israel es el primer exportador mundial de drones, con más de un millar de aparatos vendidos en 42 países, lo que representa un volumen de negocios anual de alrededor de 350 millones de dólares”, según Chemla.
El MALAT se lo facilita todo a sus clientes, ofreciéndoles una formación y apoyo técnico. Más de mil empleados y subcontratados se atarean en obtener encargos, pero la selección es dura: de los 80 proyectos examinados, sólo 15 han sido elegidos.
El drone más imponente, el Heron TP, llamado Eytan (”Fuerte” en hebreo), del tamaño de un Boeing 737, pesa 4,5 toneladas. Adoptado recientemente por la aviación israelí, tiene una autonomía de vuelo de 36 horas y transporta a 13.000 metros de altitud una carga útil de una tonelada. Comunica via satélite, y su radio de acción alcanza Irán.
Por el contrario, el Parpar (”mariposa”) pesa apenas 35 gramos. Con este “ojo volante”, las fuerzas rusas habrían tenido más posibilidades de evitar la masacre de Beslan en 2004, localizando al comando pro chechecho que tomó rehenes en una escuela, según los expertos israelíes.
Los mini-drones pueden lanzarse fácilmente, y luego recuperarse con ayuda de redes, paracaídas de frenado o girándose sobre su dorso al aterrizar, para proteger la cámara fijada en su vientre.
Las aplicaciones civiles de estos aparatos abren grandes perspectivas, en la vigilancia de fronteras o de oleoductos, o para la localización de los focos de incendios forestales, según Chemla.
Cómo Israel se convirtió en un pionero de los drones
Durante la Guerra del Yom Kippur de octubre de 1973, decenas de aviones israelíes fueron abatidos al intentar franquear las barreras de misiles tierra-aire SAM soviéticos desplegados por Egipto y Siria.
El ejército israelí comprende que necesita un sistema capaz al mismo tiempo de proteger a sus pilotos y de dar al mando en tierra informaciones en tiempo real.
Un prototipo de avión sin piloto, el Mastiff, quedó terminado en 1975. Más adelante, Industrias Aeronáuticas de Israel inició un programa de producción de drones Scout.
En 1982, durante la invasión israelí de Líbano, estos aparatos aún muy misteriosos destruyen las plataformas de lanzamiento de misiles tierra-aire sirios. El equilibrio estratégico cambia en favor de Israel.
Mientras tanto, Industrias Aeronáuticas de Israel dominaba el mercado mundial con sus drones tácticos.
El ejército estadounidense se asoció en un primer momento a los israelíes para equipar en los años 1990 a su marina con drones “Pioneer”, y a sus tropas terrestres con el modelo “Hunter”, antes de desarrollar sus propios programas.
A partir de ahí, los drones israelíes aparecen en todos los frentes de guerra: en la Guerra del Golfo, en Kosovo, en Serbia, en Irak y en Afganistán.