“Soy un jugador, pero también un ganador”. Así se autodefinía Jean-Claude Mas en el diario económico La Tribune en el año 2001. Por aquel entonces, el fundador de la sociedad Poly Im-plants Prothéses (PIP) estaba considerado como un empresario de éxito y uno de esos emprendedores hechos a sí mismos. Su empresa ganaba alrededor de un millón de euros al año y era la tercera más potente en el sector de los implantes mamarios.
Diez años después, Jean-Claude Mas está huido de la justicia y se enfrenta a dos investigaciones judiciales por fraude. Los implantes de gel de silicona han hecho saltar las alertas no solo por su alto índice de ruptura, sino porque Francia sospecha su vinculación con 20 casos de cáncer. El gel de silicona no era el declarado y era mucho más barato que el homologado. Las autoridades sanitarias han comenzado a retirarlas en y se calcula que hay entre 400 y 500.000 afectadas en 65 países.
Cuando las autoridades le tomaron declaración en 2010, Mas reconoció haber empleado “conscientemente un gel no homologado” porque era más barato y declaró que no tenía “nada que decir” a las potenciales víctimas de las roturas de los implantes. También aseguró a la policía que era “fácil” engañar al organismo que tenía que certificar las prótesis y que resultaba una tarea “cotidiana”. “Yo daba orden de ocultar cualquier documento con rastro del gel PIP sin homologar”, aseguró. “Y, en cuanto a los contenedores, los empleados se las arreglaban para hacerlos desaparecer”.
Jean-Claude Mas nació en la localidad francesa de Tarbes en 1939 y de sus primeros años se conoce poco. Los medios franceses han publicado estos días que comenzó su vida laboral como carnicero, pero el abogado del empresario lo ha desmentido y ha pedido que no se le retrate “como a un monstruo”.
El diario Le Monde publica que, en su juventud, Mas trabajó para la farmacéutica estadounidense Bristol-Myers Squibb (BMS) durante una década y dejó el mundo de los medicamentos para pasarse a al negocio del salchichón, el vino y el coñac, donde empezó a hacer fortuna. Al mismo tiempo, y a finales de los 80, se asoció con el cirujano plástico francés Henri Arion, que inventó el implante mamario. Y fue a la muerte de Éste, en 1991, cuando estableció su propia empresa, la denunciada PIP, con una plantilla inicial de 120 empleados.
Por aquel entonces la actividad de Mas se centró en Latinoamérica. Viajó por Colombia, Venezuela y México, países donde los implantes eran bastante populares y con los que empezó a obtener grandes beneficios.
Las primeras denuncias llegaron a principio de la década de 2000. En 2005, la empresa fue condenada a pagar 1,4 millones de euros a las víctimas británicas de algunos implantes que reventaban. Hasta el año 2010 las autoridades francesas no se dieron por enteradas del fraude, y fue cuando tomaron cartas en el asunto y cerraron la empresa.
Tras detectar problemas en los implantes, el Gobierno recomendó a las francesas que se los quitaran y se comprometió a pagar la extracción, pero sólo subvencionará la colocación de nuevas prótesis en los casos en que esto se haga por motivos médicos y no estéticos.
En su declaración de 2010, cuando los gendarmes le preguntaron sobre cómo se sentía al saber que había denuncias contra su empresa por los implantes defectuosos, Mas dijo no arrepentirse de nada. “Hace treinta años que me siento bien”, sentenció. Sigue huido de la justicia.