Unos disparos que retumbaron como un despertador a eso de las 5 de la mañana y dos cuerpos tirados en la mitad de la maleza que esconde al río Táchira, les recordaron a los habitantes de La Playita, en el corregimiento de La Parada (Villa del Rosario), que hoy, más que nunca, la violencia se tomó esta zona fronteriza, publica La Opinión.
“Ellos eran maleteros, no se metían con nadie”, decían los habitantes de la zona, mientras comentaban que después de las 7 de la noche nadie puede andar por las calles del barrio y que la policía, cuando se esconde el sol, ya no se vuelve a ver.
Los nombres que se sumaron a las muertes violentas de la frontera con Venezuela son los de Yeison Martínez Jiménez, venezolano de 27 años de edad, y Jefferson David López*, un colombiano de apenas 16 años; ambos eran residentes de la invasión Ezequiel Zamora, de San Antonio del Táchira (Venezuela).
A los habitantes de La Playita y Ezquiel Zamora solo los separa el río; son unos vecinos que miran cómo la violencia permea los dos lados de la calle, que en este caso no es de cemento sino de agua. Los dos jóvenes, según relatos de la comunidad y de algunos familiares, habían desaparecido en Venezuela el viernes a las diez de la noche, cuando fueron montados a la fuerza por hombres armados en unas motocicletas, mientras se encontraban en negocios cercanos al puente El Sucre.
Al parecer, de acuerdo con las declaraciones del coronel Jaime Barrera, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, (Mecuc), las víctimas cruzaron el río Táchira y fueron alcanzadas en suelo colombiano; allí, con las manos como almohadas y el pecho contra el piso, fueron sentenciadas a muerte.
El plomo las mató.
El caso, más que sorprender, es uno más de los tantos que se están viviendo en esta zona fronteriza, en donde grupos al margen de la ley están desapareciendo a las personas; ‘hasta fosas comunes hay por estos lados’, aseguraron los habitantes del lugar.
La semana pasada dos balaceras en La Parada recordaron la inseguridad que viven las familias en esta zona. La tensión en el ambiente es notoria y esto se hizo evidente durante el proceso de levantamiento de los cadáveres que duró un poco más de tres horas. La policía y la comunidad se vieron enfrentados en una disputa en donde hubo empujones, insultos y hasta anuncios de ¡piedra, piedra! por parte de algunos habitantes.
Ante la imposibilidad de controlar a los familiares de las víctimas, quienes a la fuerza cruzaron el cordón de seguridad para llegar hasta los cuerpos, y mucho menos de frenar a los vecinos del lugar que siguieron a los familiares, las autoridades pidieron refuerzos, y hasta policías a caballo se necesitaron para retomar el control. “Cuando llega la guerrilla y los paracos ahí si se van”, les gritaban algunos.
Ya con los ánimos calmados y con el sol en su máximo esplendor, el coronel Barrera aseguró que enviará más uniformados para controlar la zona, especialmente en la noche.