Mientras se multiplican las recomendaciones de las autoridades para hacer frente a las altas temperaturas, que ayer llegaron a los 36 grados, la gente se refugia en todo retazo de sombra para sortear el agobiante calor que mantiene a la ciudad en «alerta rojo», acotó Efe.
El gobierno de la provincia de Buenos Aires puso en «alerta» a los 77 hospitales públicos del mayor distrito del país para asistir a pacientes afectados por el calor.
Apagones y sin gasolina
La ola de calor desató además un «récord histórico» de la demanda de energía eléctrica, según coincidieron empresas del sector, al punto que en numerosos barrios de Buenos Aires y su cinturón urbano sufrieron en los últimos días cortes de suministro que provocaron ásperas protestas de los usuarios.
La Asociación de Defensa de Derechos de Usuarios y Consumidores advirtió que 40% de los usuarios de Edenor, de Edesur y Edelap, las distribuidoras de energía en el conurbano bonaerense, «sufrieron interrupciones o baja tensión eléctrica».
Además decenas de semáforos de la capital amanecieron ayer apagados, por lo que la Alcaldía solicitó «extrema precaución» para transitar por las calles, que de todos modos se ven congestionadas por variopintas marchas de protesta que ya se han hecho habituales.
El tránsito de automóviles también aparece amenazado por la escasez de combustibles, reflejada en las extensas filas de vehículos en las gasolineras.
«No hay gas en ningún lado. Si no cargo ahora no puedo trabajar hoy», se lamentó por una radio local un taxista que se declaró «a la caza» de gasolina.
Las autoridades advierten que la escasez de combustibles se debe al alza de la demanda de consumidores que viajan a otros puntos del país a pasar las fiestas de fin de año y de vacaciones de verano, además de demoras en la distribución por los días festivos de la Navidad.
El sector petrolero también se recupera de la huelga de trabajadores de la hispano-argentina YPF en el sur del país, finalizada hace unos diez días.
Protestas diarias
Militantes del Partido Obrero volvieron a marchar a la Plaza de Mayo para pedir el «desprocesamiento de todos los luchadores ferroviarios».
El Gobierno volvió a culpar a Eduardo Duhalde de formar parte de un complot, junto con el Partido Obrero y el sindicalista Luis Barrionuevo, para desestabilizar la administración de Cristina Fernández.