La cálida y soleada jornada del verano londinense marcó el fin de 28.127 interminables días para el deporte británico, que no celebraba un campeón propio desde hacia 77 años, cuando Perry batió al alemán Gottfried von Cramm.
El título de la británica Virginia Wade, en 1977, había matizado la sequía, pero eso poco importó al público que colmó la cancha central de Wimbledon y que deliró como si fuera un Mundial de fútbol frente a la pantalla gigante ubicada detrás de la cancha 1, en las terrazas rebautizadas como “Murray Hill” (Monte Murray).
Bajo la mirada del primer ministro británico, David Cameron, del futbolista Wayne Rooney, de la ex “Spice Girl” Victoria Adams y del ex tenista australiano Rod Laver -cuatro veces campeón en Wimbledon- en el palco real, Murray celebró su segundo título de Grand Slam tras ganar el Abierto de Estados en 2012.
Número uno del mundo, Djokovic, que hoy pareció sentir las consecuencias de la extenuante semifinal ante el argentino Juan Martín del Potro, mantiene en seis su cuenta de títulos grandes y no pudo sumar su segundo Wimbledon tras ganar el torneo en 2011.
En un encuentro con largos peloteos desde el fondo de la cancha y jugado con tanta estrategia como intensidad, Murray terminó imponiendo su mayor hambre de triunfo ante un Djokovic errático y apagado.
El segundo del ranking dominó el juego desde el principio y logró un quiebre ya en el tercer game. Djokovic recuperó de inmediato, pero el británico volvería a quedarse con el servicio del serbio y cerraría el parcial en una hora exacta.
Diecisiete errores no forzados frente a apenas seis tiros ganadores no conformaban una ecuación ideal para Djokovic, que andaba de resbalón de resbalón luego de que la organización le pidiera cambiar antes de la final unas zapatillas que tenían más tacos de los permitidos.
El número uno del mundo salió más agresivo en la segunda manga y quebró para colocarse 4-1 arriba, pero rápidamente volvía a caer en las inconsistencias. Murray ganaba cinco de los seis juegos siguientes y quedaba a un set de la gloria.
El partido parecía estar en las manos del escocés cuando quebró en el inicio del tercero, pero los fantasmas que sobrevolaron en los últimos 77 años volvieron a hacerse presentes. Y Djokovic, acostumbrado a grandes batallas y remontadas, se colocaba 4-2 en un abrir y cerrar de ojos.
El court central más famoso del mundo, que hoy dejó a un lado los buenos modales y gritó fervorosamente por su ídolo, enmudecía de repente.
Murray volvería a reaccionar y con un tenis furioso encadenaba tres games seguidos para quedar a tiro del partido, pero el destino tenía guardada un poco más de drama. Porque los fantasmas regresaron y el británico desperdiciaría tres puntos para partido con el servicio 5-4 a su favor.
El público estaba al borde del infarto y la novia de Murray, Kim Sears, contenía el aliento, pero el británico mantendría la calma y tras un tiro a la red cerraba el partido en su cuarto match point.Eran las 17:23 y toneladas de historia se quitaban en un segundo de sus espaldas.