Por más irritantes que sean las palabras cursis entre las parejas, la ciencia les da una razón de ser. El intercambio de esas expresiones edulcoradas y soniditos de bebés pueden fortalecer el amor y la confianza entre dos personas.
Usar palabras como “bebé”, “muñeca”, “niño”, “linda”, “osito” y cada diminutivo que esté al alcance, nos remonta a nuestra infancia. A ese espacio de tiempo donde mientras más tiernos y cariñosos eran nuestras padres, menos temor al abandono teníamos.
El psicólogo clínico, León F. Seltzer, dice que los enamorados tienden a usar ese lenguajeregresivo porque la bioquímica de su relación replica la del primer amor con sus padres. Al estarenamorados, sobre todo al inicio, se activan los mismos neurotransmisores que usamos de bebés al recibir los mimos de mamá.
La dopamina, la feniletilamina y la oxitocina son los culpables de que hasta la chica más fría se sienta como una niña frente a los cumplidos de su novio.
De niños donde todos necesitamos que se nos reafirme que nos quieren y, al parecer, un nuevo interés romántico nos regresa un poco a ese lugar. Aunque el hablar como bebés no garantiza una relación estable, y puede ser irritante para quienes los rodean, una pareja a solas puede dejar de lado los códigos de la adultez y disfrutar la compañía del otro con la misma ternura que la de un par de niños.
Agencias