Oswaldo Álvarez Paz, exgobernador del estado Zulia y precandidato presidencial expresa hoy un analisis sobre las condiciones políticas, económicas y sociales de Venezuela; pues asegura que “este régimen debe durar el menor tiempo posible. Para liquidarlo hay que sustituir al Presidente, como primer paso”.
Así lo reseñó este miércoles el diario La Verdad:
Se fue el primer trimestre del año. Iniciamos el segundo en circunstancias iguales o peores que el anterior. Ninguno de los problemas de Venezuela está resuelto ni en vías de solución. Todos se agravan y nacen otros, distintos y hasta peores que los anteriores.
No hay condiciones objetivas para que la vida ciudadana pueda desenvolverse con un mínimo de normalidad, indispensable para garantizar una existencia digna. Desde la perspectiva oficial, todo es mentira y disimulo, incompetencia y la más elevada dosis de corrupción de que tengamos memoria en la historia del país. Las consecuencias están a la vista.
Los diagnósticos están hechos. Sabemos que la inseguridad de las personas y los bienes aumenta, que la delincuencia goza de una impunidad tal que la convierte en instrumento del Estado contra la nación. El costo de la vida es el más elevado del continente y uno de los más altos del mundo. La escasez toca alimentos y medicinas, y las importaciones naufragan en manos de mafias de importadores oficialistas que hacen la felicidad de los extranjeros y de sus bolsillos. El desempleo y la economía informal avanzan condenando a millones a la miseria sin seguridad social de ningún tipo.
Los damnificados lo siguen siendo, con las nuevas lluvias aumentan. Los programas de vivienda no se concretan y la calidad, tanto de la salud como de la educación, está en el suelo. Podríamos continuar, pero no vale la pena seguir emborronando cuartillas en lo súper sabido, aunque no es malo recordarlo.
Algo peor
Aunque la calidad de gestión es importante medirla, en Venezuela estamos en presencia de algo peor que un mal gobierno. Se trata de un perverso proceso, deliberado y consciente, de destrucción institucional de la República para sustituirla por un Estado socialista a la cubana, comunistoide y militarista, que la mayoría del país rechaza pero que se impone, por las buenas o por las malas. Trabajando en esa dirección desaparecen principios fundamentales de la democracia, como la separación e independencia de las distintas ramas del poder público, la autonomía de la administración de justicia, la subordinación del poder militar a la autoridad civil.
Los espacios para la vigencia plena de la libertad y de los derechos de propiedad se reducen hasta límites inaceptables y hasta el esquema que nos define constitucionalmente como República Federal está liquidado en la práctica. Se trata de un nuevo régimen, distinto y peor a cuanto hemos conocido, conducido por analfabetas enciclopédicos. Es decir, se pueden hacer enciclopedias con las cosas que los tipos no saben.
El menor tiempo posible
Este régimen debe durar el menor tiempo posible. Para liquidarlo hay que sustituir al Presidente, como primer paso, cambiarlo por otro distinto y mejor, verdaderamente democrático, expresión de la voluntad general, dispuesto a someterse a un orden jurídico estable bajo el imperio de la Constitución Nacional, hoy prácticamente inexistente. ¿Cuánto es el menor tiempo posible? Pues, no sabemos. El que sea necesario para alcanzar el objetivo sin dejar de trabajar ni un solo día para lograrlo. La oposición, las verdaderas fuerzas motrices del país deberían clarificar sus objetivos en esta dirección y dejar de lado todo cuanto pueda distraer el esfuerzo. Lo demás será pérdida miserable, y hasta cómplice, de tiempo y recursos.
Se trata de algo que trasciende lo estrictamente electoral sin abandonarlo. El camino electoral está abierto, pero sembrado por minas, bombas cazabobos, trampas y abusos de distinta naturaleza. No importa. Lo sabemos y tenemos cómo superar las dificultades. Las elecciones de 2012 marcan el tiempo máximo de permanencia del régimen. Pudiera terminar antes si intentan entorpecer, impedir o desconocer la voluntad general mayoritariamente contraria a las pretensiones continuistas. Esto también deberían tenerlo claro los demócratas y prepararse para actuar en cualquier escenario, es una obligación.
Tareas pendientes
Son muchas. La sola obligación de imponer y mantener el orden público será una tarea ciclópea. Pero se trata, además, de reformular el sistema democrático, de proyectarlo hacia el futuro en base a la expresión más pura y moderna de la libertad. La reforma del Estado debe ser integral. Tenemos que separar las funciones de jefe del Estado de las del jefe de Gobierno e ir hacia un sistema mixto, presidencial y parlamentario. Ya basta de este presidencialismo agudo que tanto daño hace. La construcción, por fin, del federalismo que tanto pregonamos para liquidar la exagerada dosis de centralismo que ahoga a la nación, es perfectamente posible a corto plazo. La autonomía de los estados y la municipalización de la vida pública.
Impulsar una economía libre, abierta a la competencia y un aparato productivo orientado hacia las exportaciones con libre convertibilidad de la moneda, será fundamental para generar riqueza y puestos de trabajo estables y bien remunerados, no dependientes del Gobierno, tiene que ser prioritario. La mejor política social de cualquier país es una economía fuerte y próspera que no dependa de los caprichos oficiales. Venezuela es uno de los pocos países del planeta que existe sin un sistema de seguridad social que funcione. Esto es un reto prioritario. Hay que hacerlo.
Los trabajadores, organizados o no, serán fundamentales. Venezuela tiene que cuidar mucho a las universidades. En ellas están buena parte de las soluciones y la gente que sabe cómo y puede implementarlas. Son el próximo objetivo a destruir por parte del régimen actual. La juventud universitaria no es el futuro, es el presente desde el que hay que construir el porvenir.
Un compromiso superior
Estamos en el comienzo de un compromiso superior. Opinó que la escogencia del candidato presidencial no debe demorarse innecesariamente. Es indispensable unificar el liderazgo, así sea de manera colectiva, pero con una cabeza clara, definida y dispuesta a jugársela completa, sin temores ni vacilaciones, en la lucha para sustituir al régimen, lograr un pacto de gobernabilidad integral, constituir un gobierno de coalición nacional y descartar la reelección para que la transición sea lo más limpia posible. Un grupo de constitucionalistas trabaja en la revisión integral del texto actual. La idea es actualizarlo y presentarle a la nación un proyecto integral.
Es indispensable dejar establecido que todos los perjudicados en sus derechos económicos y en relación a los derechos humanos serán reivindicados, debidamente compensados y sus verdugos quedarán en manos de la justicia. Es indispensable liberar a todos los presos políticos, independientemente de las causas penales que han inventado en su contra. Los exilados podrán regresar libremente y quienes sufren de acoso y persecución verán el final de sus angustias. Se nos acaba el espacio, pero la Venezuela posible como la que soñaba Arturo Uslar Pietri, puede ser una realidad al alcance de todos.
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