Para el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) la situación en Venezuela a llegado a su límite. Durante una entrevista concedida a El Observador por email desde Bruselas, Luis Almagro dijo que Venezuela está “en una trayectoria cada vez más autoritaria” y “con una crisis humanitaria insostenible”. Sostuvo que las “soluciones están cada vez más lejos de la gente” y que hoy existen más razones que antes para aplicar la Carta Democrática. El excanciller uruguayo señaló que los esfuerzos de mediación del Vaticano han dado unos mínimos resultados hasta el momento y es por ello que insta a la comunidad internacional a actuar de manera urgente frente a la situación de ese país. El cuestionario fue enviado por El Observador hace dos semanas respondiendolo el día de ayer, y por eso no hay alusión a la decisión del nuevo presidente de Estados Unidos Donald Trump de construir un muro en la frontera con México. Aunque Almagro sí hizo referencia a ese tema ayer en Bruselas.
¿Cómo ve la situación actual en Venezuela?
En una trayectoria cada vez más autoritaria, con una crisis humanitaria insostenible, con 700% de inflación y un retroceso económico del 6% proyectado para 2017. La situación no está aún peor porque el precio del petróleo se ha incrementado algo. Hay un proceso de diálogo facilitado por el Vaticano que al momento no ha arrojado los resultados esperados, pero al mismo tiempo es la única posibilidad de diálogo entre las partes. Por lo que es fundamental que se pueda usar para que los presos políticos sean liberados, para que los venezolanos puedan votar y decidir sobre su futuro y para que se respete la independencia de los poderes del estado. En la OEA, por su parte, la evaluación colectiva continúa aunque hay un compás de espera por el diálogo en curso. El Consejo Permanente ha seguido de una manera u otra haciendo análisis de la situación venezolana, emitiendo resoluciones y comunicados, específicamente de los países que integran el Grupo de los 15. Las denuncias que hicimos al invocar la Carta Democrática Interamericana no sólo siguen siendo válidas, sino que se han ampliado. Se le quitó a la gente el derecho al revocatorio, los presos políticos siguen encarcelados, la violencia es rampante, hay hambre. La comunidad internacional no puede esperar más y debe actuar ya. Se han dado pasos mínimos; han liberado un grupo de presos políticos pero aún hay 103 presos políticos tras las rejas. Siguen las denuncias de torturas y abusos, como la reciente detención de un legislador, una situación que desde cualquier perspectiva va en contra del espíritu democrático que ha caracterizado a la región.
¿Qué proyección hace para el diálogo que se reinicia entre la oposición y el gobierno en ese país?
La percepción generalizada es que las soluciones están cada vez más lejos de la gente. La gente vive cada vez más en desesperación, en angustia, en desasosiego espiritual, económico y material, sin poder cumplir con las necesidades básicas. El diálogo debe focalizarse en los problemas de la gente y evitar caer en trampas dilatorias. Confiamos en la postura del Vaticano ya que ha sido muy claro en la denuncia de los problemas reales y de las soluciones. Esas soluciones coinciden con lo que hemos venido reiterando desde hace meses: resolver los temas institucionales; devolver poderes a la Asamblea Nacional y eliminar la coaptación del Poder Judicial por parte del Poder Ejecutivo. Es inconsistente completamente el concepto de democracia con la existencia de presos políticos. Además, la situación de crisis humanitaria y social hace que muera gente por no poder tratarse enfermedades crónicas, por la desnutrición infantil que causa muerte, por la falta de productos de la canasta básica.
¿Hay algún movimiento en el continente para discutir la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela?
El artículo 20 es muy claro en cuanto a los pasos que se deben dar y de hecho la Carta Democrática ya fue invocada. Le toca ahora a los países decidir qué medidas quieren tomar. En este momento estamos en la etapa de evaluación colectiva y son los estados los que tienen la palabra para mover esta urgente agenda hacia adelante.
¿Cómo ve que se está desarrollando el proceso de paz en Colombia?
Acogemos con beneplácito la voluntad y los esfuerzos del gobierno del presidente (Juan Manuel) Santos, los promotores del “no”, las FARC-EP y los diferentes sectores de la sociedad que lograron superar las complejidades encontradas y encontraron un camino hacia el futuro. También apoyamos las conversaciones del gobierno con el ELN. Desde hace 12 años la OEA ha apoyado el proceso de paz con la Misión de Apoyo al Proceso de Paz (MAPP) y seguiremos acompañando a Colombia en la etapa posterior al conflicto. La MAPP lleva 14 años trabajando en la búsqueda de la paz en Colombia. Estamos presentes en todo el país con 15 oficinas regionales -especialmente en los territorios más afectados por el conflicto- y hemos acompañado a más de 70.000 víctimas participantes en el proceso de Justicia y Paz. Hemos apoyado el proceso de paz promovido por el presidente Santos desde el principio y estamos profundamente comprometidos con el deseo de los pueblos colombianos de vivir en paz.
¿Hay preocupación por la reelección indefinida de Daniel Ortega en Nicaragua?
El diálogo en Nicaragua está avanzando a buen ritmo. Se inició en noviembre y el 20 de enero hicimos público un informe inicial de los resultados obtenidos hasta ahora. Estos avances se verán reflejados pronto en un Memorándum de Entendimiento para un trabajo conjunto por tres años en áreas específicas como el seguimiento de las elecciones, el perfeccionamiento del sistema de representación política y la depuración del padrón electoral, entre otras actividades. Hemos dialogado con el gobierno, pero también nos hemos reunido con distintos grupos de la sociedad nicaragüense, grupos políticos, movimientos sociales, sociedad civil, grupos religiosos y el sector privado, y eso nos ha generado insumos muy valiosos para el diálogo con el gobierno. Creemos que Nicaragua está en condiciones de avanzar para mejorar su sistema democrático y el estado de derecho, y la OEA puede aportar en ese proceso. Creo que hay una clara conciencia de que los avances en el terreno económico, la continuidad de las inversiones extranjeras, tienen que ir de la mano con los avances en el área institucional.
¿Cuáles son los principales desafíos para el 2017?
Este año será clave para la vigencia de los principios democráticos y los derechos humanos y civiles que hacen de las Américas un continente de paz. La democracia es nuestro estilo de vida y los derechos de la gente deben estar siempre primero. No podemos permitir que la discriminación prevalezca en ningún sentido. No podemos permitir que ningún discurso de odio se instale en nuestras sociedades como patrón de conducta. Ningún derecho puede quedar por el camino a la hora de construir el bienestar del pueblo. Eso vale para cada mujer en nuestro continente, que puede confiar en que tiene en la OEA la herramienta esencial para asegurar sus derechos. Y conquistar nuevos derechos: los fundamentales, los que las rescaten de los patrones de pobreza estructural y violencia, de la muerte por no acceder a derechos de salud, de su marginalización de los sistemas educativos. Y ello vale para los pobres cuyos derechos son conculcados cuando luchan contra las causas de su pobreza. Vale para la comunidad LGTBIQ, víctima de violencia y estigmatización. Para cada indígena, cada afrodescendiente, cada mestizo y mulato empujado hacia la periferia de los derechos cuando deben ser el centro mismo de cualquier política de soluciones sociales. Vale para cada migrante que tenga sus derechos cuestionados, como si pudiera haber un sistema de castas ciudadanas a la hora del ejercicio de los derechos. Todos deben ser el centro de nuestra atención y nuestro trabajo. Los principales antídotos contra estos venenos son más democracia, más democratización y estado de derecho. En lo económico y social el principal desafío es seguir promoviendo un desarrollo incluyente que genere más oportunidades de progreso para todos y no sólo para las élites de siempre.