El Cimeq, o Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas, está situado en el oeste de La Habana y en él estuvo internado una larga temporada Fidel Castro luego de que sufriera en julio de 2006 una grave crisis de salud que lo llevó a entregarle el mando a su hermano Raúl.
En él fue operado Chávez el año pasado por un tumor canceroso, según se constató en los videos transmitidos entonces por la televisión cubana, y este lunes o martes debe ser sometido ahí a otra cirugía para extirparle una nueva “lesión” en la misma zona en que se le extrajo el tumor en 2011, según dijo el propio mandatario.
Construido en 1979, simultáneamente con el Palacio de las Convenciones de La Habana, con motivo de la VI Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, también han recibido atención en él prominentes políticos latinoamericanos y africanos, entre ellos la extinta líder comunista chilena Gladys Marín, por un tumor cerebral.
Es el hospital más avanzado de Cuba, país donde los servicios de salud son gratuitos, y su edificio de dos y tres plantas ocupa un extenso predio situado cerca de las casas de Fidel y Raúl Castro.
Comparte el edificio con el Centro Internacional de Restauración Neurológicas (Ciren), pero no tiene una planilla exclusiva de médicos, pues los mejores especialistas de otros hospitales también hacen cirugías en el Cimeq o atienden pacientes un día a la semana.
En él se atienden deportistas cubanos pero también muchos pacientes comunes, que son derivados desde otros hospitales por enfermedades complicadas que requieren tecnología muy avanzada.
Comenzó a ser construido por cuadrillas de presidiarios, que luego fueron reemplazadas por “microbrigadas” de construcción, conformadas por empleados estatales que mediante este sistema levantaban su casa propia.
Carlos, un “microbrigadista” que trabajó en la construcción del Cimeq, contó que los presos fueron sustituidos pues dejaban muchas fallas en la edificación, que él y sus compañeros tuvieron que refaccionar.
“Hubo que corregir muchas trampas y errores que habían hecho los presos, y acabar de levantar toda la estructura en largas jornadas, pues tuvo que terminarse antes de la Cumbre”, recordó el ex microbrigadista, que tiene ahora 59 años.