Indetenible y creciendo. Así está la reventa de productos regulados. Ya son dos años de acelerada e intentos de frenar su avance por parte de la Gobernación del Zulia. Hoy se cumple un año de la instalación de las primeras máquinas captahuellas, y del sistema biométrico que frenaría la presencia de «bachaqueros» y permitiría a las familias acceder a comida y bienes.
Los indicadores de Datanálisis dan cuenta de que 60 por ciento de quienes hacen cola en los supermercados se dedican a la reventa. La cifra está cuantificada. En Zulia, 20 mil personas están reseñadas en data de la Gobernación. La masa parece incontrolable para el Gobierno nacional. Y es que “el “bachaqueo” se convirtió en un trabajo dentro de la informalidad”, adelanta Froilán Barrios, secretario general del Movimiento Laborista.
“Es un trabajo, pero no empleo”, precisa el dirigente indicando que hay seis millones 500 mil personas sin empleo, sin seguridad social para atender las necesidades básicas. El obtener ingresos por encima del salario mínimo con la venta de productos regulados, a precios del casi el triple, se convirtió en la actividad inmediata. Lo que “evidencia la distorsión del mercado laboral en Venezuela”.
Barrios destaca en entrevista que el Estado “a pesar de condenar de boca el ‘bachaqueo’, en la práctica hay una especie de aceptación, porque sabe que un gran contingente de la población está en ese comercio informal”. Con la gravedad de que profesionales universitarios si no se van del país, se dedican a la informalidad por la falta de empleo.
Alerta que la distorsión de la economía cautiva, además, a “trabajadores formales que recurren al ‘bachaqueo’ porque saben que no ponen en peligro su trabajo y pueden compensar su ingreso mensual”. Y mientras el Gobierno “no tome políticas antiinflacionarias, monetarias para estabilizar la moneda se va a continuar empobreciendo Venezuela».