En el aeropuerto de Joburg, como llaman los sudafricanos a Johannesburgo, en una larga cola de extranjeros, se mezclan turistas, periodistas, federativos, ejecutivos y empresarios, todos desesperados por rendir los trámites de aduana e ir en busca del equipaje.
La espera de hasta 40 minutos la compensa la sonrisa de las aduaneras, todas mujeres, que estampan el sello de entrada al tiempo que dicen en inglés: ‘Bienvenido a Sudáfrica, disfrute el Mundial’.
Salvado el primer escollo, viene lo que para muchos se ha convertido en una ruleta rusa: ver si su maleta sale en perfectas condiciones por la cinta de equipaje, o si le tocó la mala suerte de ser una de las 75.000 que se espera sean robadas en los aeropuertos de Sudáfrica durante el Mundial.
Según Siza Mzimela, presidente de la aerolínea sudafricana South Africann Airways (SAA), dos de cada mil maletas desaparecen habitualmente en los aeropuertos locales, sustraidas en el proceso de ir del avión a la cinta transportadora.
Con maleta o sin maleta, el visitante debe encarar los siguientes dos pasos, ambos verdaderos via crucis para su bolsillo: tratar de que un trayecto desde el aeropuerto a la ciudad, de unos 50 dólares, se ajuste a ese precio, y que no cambie el importe pactado por el hotel reservado por Internet.
El transporte en Joburg es un verdadero dolor de cabeza debido a un tráfico caótico, que se puede agravar si una parte de los taxistas lleva a cabo su amenaza de huelga en protesta por el nuevo sistema de autobuses públicos BRT (Bus Rapid Transport), creado para este Mundial.
El martes se estrenó el Gautrain, el primer tren expreso regional de África, pero no ayudará en nada al transporte entre las sedes mundialistas, pues su primera vía sólo será de ida y vuelta al aeropuerto.
Aunque las predicciones de casi medio millón de turistas para el Mundial se vieron rebajadas a unos 300.000 luego de que muchos europeos desistieran de viajar debido a la inseguridad y altos costos, la cifra revisada a la baja aún desborda las posibilidades de alojamientos existentes en algunas ciudades.
Según datos de la oficina nacional de turismo, la capacidad hotelera de las 9 ciudades que serán sede del evento no rebasa las 200.000 plazas.
Pero luego de un largo recorrido de cuatro años, con rumores de cambio de sede a otro país, el Mundial se hará realidad el viernes, desde las 16h00 horas locales, cuando el árbitro uzbeco Ravshan Irmatov suene el silbatazo de arrancada para el partido entre México y Sudáfrica.
Y Nelson Mandela, en la tribuna del Estadio Soccer City, iluminará con una sonrisa a miles de millones de personas siguiendo el acto en todo el mundo. Sus ojos, con vivencias de casi 92 años, 27 de ellos sólo viendo las cuatro paredes de sus celdas, brillarán más que nunca. Sudáfrica ganó una nueva batalla.
AFP