Un informe de la firma ODH señala que, en números concretos, el aporte total de Pdvsa al Gobierno, contando contribución fiscal y social, sumó $27.793 millones en 2009 según los estados financieros auditados de la estatal, una disminución de 59,2% con respecto a la extraordinaria cifra de $68.195 millones entregados en 2008 y un número que devuelve las contribuciones al nivel de 2005.
Es decir, que al menor aporte fiscal y social que se derivó de la baja de los precios del crudo y del volumen de exportaciones en 2009, se sumó una estructura sobrecargada de costos por importaciones de hidrocarburos, gastos corrientes y una creciente fuerza laboral.
El citado informe añade que uno de los costos que se incrementaron mientras los ingresos caían fue el laboral, que se ha visto impactado por la incorporación en los últimos años de 9.812 trabajadores provenientes tanto de procesos de nacionalización como de la expropiación de más de 70 empresas de servicios el año pasado.
Con estos procedimientos, la nómina de Pdvsa finalizó el año 2009 superando los 100.000 trabajadores directos e indirectos, más del doble de los que tenía antes del paro de 2002-2003.
Y aunque las compras consolidadas de crudo y derivados disminuyeron significativamente en valor -principalmente por la caída del precio de los mismos en los mercados-, la casa matriz solo pudo reducir 28,6% el valor de sus importaciones a $11.279 millones.
Las cifras del Ministerio de Energía, según información auditada por la firma británica Inspectorate, muestran que el año pasado Venezuela importó un promedio de 96.870 barriles por día de crudo y derivados, un número que revela la recurrencia de esta práctica.
Entre enero y julio de 2010, Pdvsa comenzó a retomar el ritmo de sus aportes al Estado, pero a un nivel similar al que tuvo en 2006.
Si las tareas que el propio Gobierno le ha asignado a Pdvsa -liderar expropiaciones y nacionalizaciones, firmar convenios de suministro con financiamiento y modelos de trueque y endeudarse a nombre de la República- siguen sobrecargando su estructura y no se vislumbran nuevos cambios fiscales, las golpeadas finanzas de la estatal podrían convertirse en un búmeran para el financiamiento del Estado. CRG