1-1: Pedro adelantó al Barcelona y Marcelo iguala las acciones (2T)

  Barcelona y Real Madrid culminarán esta tarde en el Camp Nou una apasionante e histórica seguidilla de partidos en la que disputaron encuentros correspondientes a tres competiciones distintas (Liga de España, Copa del Rey y Liga de Campeones) en la que se sabrá el primer clasificado a la final de Wembley.

Una seguidilla de clásicos que prometía espectáculo, drama y emociones y que en parte ha decepcionado. El espectáculo se ha visto, pero fuera del terreno de juego: la guerra de palabras entre Mourinho y Guardiola, las discutidas decisiones arbitrales y la tensión habitual de esta clase de partidos.

 

Dentro de la cancha ha prevalecido el aspecto táctico, en donde un equipo ha estado más enfocado en destruir que en crear (Real Madrid) y otra oncena que se ha mantenido fiel a su filosofía y su paciencia para golpear en el momento oportuno (Barcelona).

 

El Barcelona con la confianza en sí mismo

 

El cuadro culé no tiene ningún tipo de presión para afrontar este compromiso, al menos en comparación con su par blanco.

A pesar de jugar en su feudo y que el fantasma de alguna remontada considerada como «épica» por parte de los merengues no es 100% descartable, los dirigidos por Pep Guardiola tienen la confianza, calidad y la serenidad necesaria para afrontar este compromiso.

 

Los locales jugarán a sabiendas del resultado del choque la semana pasada en el Bernabéu y la actitud ofensiva que tendrá el Real Madrid si quiere lograr algo en la eliminatoria, lo que provocarán espacios en el ataque catalán que podrían provocar contragolpes e «hincharle la cara» a su rival de siempre.

Sin embargo, Guardiola deberá hacer frente a algunas lesiones que aquejan a la plantilla en la que su principal dolor de cabeza está en el lateral izquierdo: Maxwell y Adriano están lesionados y aunque Abidal entró en la convocatoria, es difícil que ingrese al terreno de juego desde el principio.

Podría parecer de nuevo a Puyol en esa demarcación, como ya ocurrió en el compromiso de ida.

 

La buena noticia para los blaugranas es la recuperación de Andrés Iniesta, en la que su aporte en la tenencia de la pelota para quemar minutos será decisiva.

 

 

Los merengues obligados a atacar

 

Con José Mourinho en la tribuna y sin Pepe ni Sergio Ramos disponibles por sanción, el Real Madrid vuelve al campo en el que salieron vapuleados en su última visita (5-0) el pasado mes de noviembre buscando lo que se considera un auténtico milagro.

 

Los blancos tienen la imperiosa necesidad de ir en busca del arco de Víctor Valdés, de ser los que proponen el juego, de arriesgar y de buscar meter en problemas a Messi y compañía.

 

Y para ello, la disposición mental y (sobre todo) táctica debe dar un giro de 180 grados en los hombres de José Mourinho con respecto al choque de ida, en el que los merengues estaban más predispuestos y organizados para no recibir goles que para marcarlos.

 

El resultado (0-2) obliga a ello. Obliga a que los Cristiano Ronaldo, Di María y Benzema generen preocupación en la zaga catalana, a que Xabi Alonso tenga mayor protagonismo en la creación y conducción y no en la destrucción del juego rival. En pocas palabras, obliga al Real Madrid a tomar la iniciativa.

 

A las 2:15 de la tarde hora venezolana cuando el juez belga Frank de Bleeckere dé el pitazo inicial en Cataluña será al mismo tiempo la cuenta regresiva para dar a conocer el primer finalista que estará en el mítico estadio de Wembley el sábado 28 de mayo.

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