El hombre que, por sus recursos, podría asegurarse que es el más rico del mundo vive hace 40 años en la misma casa en el Distrito Federal y lo tienen sin cuidado los escalafones que hacen las revistas, en los que suele figurar.
El magnate mexicano de 70 años Carlos Slim, el hombre más rico del mundo según la última clasificación de la revista Forbes, publicada en días pasados, construyó su imperio de 53.500 millones de dólares comprando y mejorando el desempeño de un monopolio estatal de comunicaciones y otras empresas.
Es el quinto hijo de los seis de Julián Slim, quien hizo fortuna durante la Revolución Mexicana. A los 7 años, Carlos Slim ya vendía dulces y refrescos a familiares. Sus cuentas de ingresos y gastos las llevaba en una libreta, que le había obsequiado su papá.
A los 12 años, compró sus primeras acciones del Banco Nacional de México, que décadas después fue adquirido por el grupo estadounidense Citigroup.
Seis décadas más tarde, ‘El Ingeniero -como lo llaman respetuosamente sus colaboradores- comanda un imperio que abarca desde una de las mayores telefónicas celulares del planeta, América Móvil, pasando por cadenas minoristas, constructoras, restaurantes, hoteles y hasta un banco.
El empresario comenzó a multiplicar su fortuna en 1990, cuando compró al monopolio estatal Teléfonos de México (Télmex). Siempre ha negado que haya concretado la compra gracias a su amistad con el entonces presidente Carlos Salinas, y asegura que él nunca tuvo socios políticos.
Algunos dicen, y él lo niega, que su fortuna nació con la especulación, en la década de los 70, cuando, con un grupo de amigos, este admirador de Jean Paul Getty y de Benjamín Graham funda una comisionista de bolsa coincidiendo con la primera gran devaluación del peso mexicano.
Slim ha estado por años en el podio de la lista de Forbes con los otros dos hombres más ricos del mundo: el fundador de Microsoft, Bill Gates, y el propietario del fondo de inversión Berkshire Hathaway, Warren Buffett.
La misma revista lo calificó el año pasado como el sexto hombre más poderoso del mundo, dentro de un selecto club, liderado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y apenas por debajo del presidente de China, Hu Jintao, y de los fundadores de Google, Sergey Brin y Larry Page.
Pero el propio Slim dijo en el pasado que lo tienen sin cuidado los puestos en las listas, que esas cosas no son importantes y que su verdadero interés apunta a desarrollar a Latinoamérica.
“La riqueza es como un huerto -dijo Slim en el 2007-. Lo que hay que hacer es que el huerto crezca, que se vuelva a invertir, que se haga más grande o que se diversifique con otras cosas”.
Su estilo de vida está lejos de los excesos y brilla por la sencillez y la prudencia. A a pesar de sus tesoros empresariales, el mexicano vive en la misma casa de Ciudad de México desde hace más de cuatro décadas.
Aunque es de costumbres frugales, dos de sus debilidades son los habanos y el arte. Se considera que tiene una de las más grandes colecciones de esculturas del artista francés Auguste Rodin fuera de Francia.
Slim es padre de seis hijos y desde hace varios años ha dejado en manos de los varones el manejo cotidiano de sus empresas -aunque su influencia es evidente- y se ha dedicado a crear fundaciones para apoyar con decenas de millones la educación, la salud y el desarrollo tecnológico, entre otras actividades.
Según el periodista José Martínez, autor de una biografía no autorizada del empresario, Slim “también es una leyenda, un hombre mito del que se habla mucho y se sabe poco, pero que es muy representativo de la política y los negocios. Simboliza el ejercicio del verdadero poder y es una figura clave en la transición política de México”.
‘Esa fortuna en un país tan pobre’
Aunque dedica recursos a la filantropía, ha sido criticado por atesorar “semejante fortuna en un país tan pobre como México”, tal y como lo señaló, Luisa Kroll, la responsable de la investigación llevada a cabo por ‘Forbes’ sobre las fortunas de fuera de Estados Unidos.
Sus críticos se quejan sobre la dominación de sus empresas de telecomunicaciones, a lo que suele responder que su grupo invierte más que sus competidores.
Algunos analistas dicen que es casi imposible pasar un día en México sin dejar dinero en los bolsillos de Slim, pues además del negocio de las telecomunicaciones, es propietario de Inbursa , el segundo mayor banco del país en manos de inversionistas nacionales.
Y también tiene al conglomerado Grupo Carso que agrupa a empresas minoristas como la cadena Sanborns, firmas industriales como Conduces, la cadena de hoteles Ostar y la constructora Carso Infraestructura y Construcción (Cicsa), una de las más grandes de México.
El Tiempo de Colombia